Este es el link de la página oficial de la primera novela que me publica la editorial "Hades", https://www.facebook.com/pages/Ariel-y-el-asesino-de-mujeres/1396343123981896?ref=tn_tnmna quienes leáis el blog os agradecería que le dieseis a "Me gusta" para llegar a los cien seguidores y que sea más visible en Internet. Gracias de antemano.
Vero
martes, 29 de abril de 2014
viernes, 25 de abril de 2014
Mi reflexión del día
de hoy es sobre las personas que mueren y sin embargo dejan una marca indeleble
en nosotros. Yo he perdido a mi padre, a mi abuela y a mi padrino y ninguna de
las veces estaba preparada para su muerte, pero la vida tiene sus propios planes
y no respeta los deseos de nuestros corazones. Siempre digo que la vida nos da
lecciones, aunque no queramos aprenderlas.
Yo quiero pensar que
cada una de estas personas ha dejado en mí una huella imborrable y que soy la
persona de hoy en día gracias a las lecciones que aprendí de cada uno de ellos.
De mi abuela he
cogido su capacidad para contar historias, era la mejor narradora que he
conocido en mi vida y de pequeña me podía pasar horas muertas escuchándola
hablar sobre su vida y experiencias porque fue una mujer que vivió muchas
experiencias, algunas buenas y otras malas; recuerdo sobre todo cuando me
hablaba de cuando estuvo en Cuba.
De mi padre he
heredado prácticamente todos sus gestos, sus manías y, según mi madre, su
capacidad para soñar. Mi padre era un gran soñador y un artista increíble,
nunca se dedicó a una profesión artística fue constructor toda su vida, pero
sin embargo tengo varios álbumes de fotos suyas y tenía un ojo increíble para
captar las imágenes más cotidianas y convertirlas en auténticas obras de arte.
Y de mi padrino
aprendí a no rendirme jamás, a seguir luchando. Mi padrino era un hombre
excepcional y tenía la maravillosa costumbre de superar siempre las
expectativas de los demás, era cariñoso, amable y luchador. Además me dio uno
de los mejores regalos que tengo, una ahijada a la que adoro y que, como su
padre, es una luchadora nata.
Por eso hoy quiero
escribir un breve relato sobre la pérdida y cómo ésta nos afecta, si leéis este
blog de forma habitual ya sabéis que tengo debilidad por los Ángeles y me
gustaría que a todos vosotros el Ángel de mi historia os recordara a esa
persona que perdisteis y que, sin embargo, ha dejado en vosotros su huella
indeleble.
ÁNGEL
Fue un día cuatro de
agosto cuando murió, nadie esperaba ese desenlace y menos de la forma en la que
llegó. Él siempre había sido un hombre fuerte, curtido en mil batallas, pero
nada se podía hacer contra la Guadaña de la Parca. Los primeros días su hija
miraba al cielo, preguntándose por qué había ocurrido todo, porque se había ido
para siempre, dejándola con muchas dudas sobre la vida, sobre el mundo y sobre
su propia existencia. Era muy joven y, sin embargo, aprendió una valiosa
lección por aquel entonces: “La vida te da lecciones, aunque tú no quieras
aprenderlas”.
Los primeros días su
ausencia era una cicatriz en el alma a carne viva, echaba de menos su risa, sus
bromas, su manera de hacerla sentir la persona más especial del mundo con una
sola palabra. Al fin y al cabo, él era su padre y ella era la niñita de sus
ojos. Cuando tenía dudas, él las resolvía, cuando se sentía insegura él le
aseguraba que era una niña inteligentísima y hacía crecer poco a poco en ella
la confianza. Su padre era la persona en la que más confiaba y una de las que
más quería en el mundo y, por esa razón, su muerte había sido la peor pesadilla
de su vida.
Sin embargo su padre
también tenía razón en una cosa, ella era fuerte y podía superar cualquier cosa
luchando con todas sus fuerzas, agarrándose a la vida y aprendiendo por sí
misma sus lecciones.
Los primeros meses
las pesadillas eran constantes, en ellas veía a su padre morir una y otra vez,
el dolor que sentía hacía que se despertara a grito pelado o llorando a lágrima
viva. No decía a nadie como se sentía y eso iba dejando una huella también en
ella, arañaba su corazón y se sentía inmensamente solitaria. La soledad empezó
a formar parte de su vida, se refugiaba en ella y disfrutaba de su compañía,
dejándose acunar por sus palabras y, por eso, se perdió a sí misma durante
algún tiempo. Pero, al final, ella también había heredado de su padre su
increíble capacidad de supervivencia, sus agallas para enfrentarse a la vida y
plantarle cara, aún cuando estuviera cansada y agotada de luchar contra sí
misma día tras día.
Un día se despertó,
no había tenido ninguna pesadilla, sino más bien un hermoso sueño en el cual
había visto a su padre. Estaba como ella lo recordaba, quizás tenía un poco más
de color y su sonrisa le pareció más bonita que de costumbre. En el sueño le
dijo que estaba bien, que no se preocupara y que siempre cuidaría de ella, fue
entonces cuando vio sus hermosas alas blancas y lo comprendió; su padre se había
convertido en su Ángel de la Guarda.
Ella se despertó,
caminó hacia la ventana y contempló el hermoso cielo, sabía que desde su
palacio celestial su padre la cuidaría siempre.
FIN
Hasta aquí el
“Tejedora” de hoy, me gustaría decir que esta historia se basa en hechos
reales, pero lo cierto es que, salvo los sentimientos de pérdida, todo ha
salido de mi imaginación, aunque de verdad que me encantaría ver a un Ángel de
la guarda y que éste se pareciera a mi padre, a mi abuela o a mi padrino.
jueves, 3 de abril de 2014
Tras una semana en la que no pude actualizar, hoy toca publicar otra de las mini historias que escribí sobre "Lugares para ligar". Es una historia sobre ligar en una galería de arte, no es de mis mejores obras, pero a mí me resulta divertida porque, a veces, me apetece escribir historias un poco alocadas y divertidas, me pasa como cuando leo libros, paso fases. Una fase de historias un poco oscuras, una fase de romántica y una de las herederas y herederos de Helen Fielding.
Una galería de arte
¿Os habéis enamorado alguna vez de un artista?
¿Os habéis sentido alguna vez irremediablemente atraídos por un bohemio y loco
soñador?
Sí, ya me imaginaba que sí.
Porque,
siendo francas, a todos nos gustan los actores de Hollywood con sus mansiones
increíbles, con sus manías retorcidas y con ese encanto y brillo que sólo
tienen las personas muy creativas. Pero yo jamás me he enamorado de un actor,
son demasiado superficiales desde mi humilde punto de vista y tampoco me había
enamorado jamás de un artista.
¿Por qué?
Para ser sincero, no me llamaba demasiado la
atención.
Quiero decir, por supuesto tenía fantasías
sobre liarme con Orlando Bloom o... yo que sé, Johnny Deep, pero sólo
fantasías.
¿Cómo iba a estar yo con un tío que tenía la
cabeza en cualquier parte menos en su lugar?
Porque al menos esa era la sensación que tenía
yo de los artistas y los creativos. Demasiadas cosas en su cabeza, demasiadas
complicaciones para un tipo aburrido como yo.
¿No os creéis que sea aburrida?
Soy profesora de literatura en la universidad,
una aburrida profesora que odia salir los fines de semana, que odia ligar en
las discotecas y para quien lo más apasionante del mundo es quedarse en casa
todo un fin de semana, con mis películas favoritas y mi grupo de amigos más
queridos.
¿Lo veis? ¡Aburrida!
Así que con este currículum imaginaréis que
tenía crudo lo de ligar.
Mi mejor amiga, Noela, siempre me decía que
debía buscar más o me quedaría para vestir santos y no soportaba la idea de
verme vistiendo santos. La verdad tenía ya veintiocho años y me había hecho a
la idea de ir a vestir santos cuando él se cruzó en mi camino.
Él.
Tan sexy, tan arrebatador, tan increíblemente
atractivo. Era capaz de arrancar suspiros a varios metros de distancia y eso
logró conmigo.
El día que lo conocí fue de pura casualidad.
Mi mejor amiga Sofía y su marido José,
decidieron invitarme a una exposición de arte que se celebraba en su galería.
José me dijo con su ojo pervertido que el artista era apasionante y que podría
gustarme y yo me sentí bastante frustrada, no me gustaba la idea de tener a
todos mis amigos buscando citas para mí y decidí no arreglarme lo más mínimo.
Así que me puse mis vaqueros, una camiseta que
había visto días mejores y un poco de la colonia de bebé de mi sobrina y,
además me dejé las gafas en casa, lo que dificultaría un poco las cosas porque
no veo un burro a tres pasos sin ellas, pero nada yo convencida de que con ese
look ni una mosca se me arrimaría.
¡Error!
En serio, me podéis creer que cuando tú piensas
que no harás nada en una noche para divertirte vas y te diviertes, lo mismo
ocurre cuando decides que no quieres ligar. Ese día se te pegan todas las
lapas.
Así que allí fui yo, con mi look. “No me mires
que doy penita” dispuesta a pasar una aburrida noche, pero según entré en la
galería de exposiciones se me acabaron pegando todas las lapas y así fue hasta
que José me presentó al pintor. Él era la cosa más impresionante que os podéis
echar a la cara, ojos verdes, pelo rubio, hoyuelos, sonrisa pícara… y, de algún
modo, al final de la noche Héctor, el pintor, y yo terminamos pasando la noche
juntos, hablando de cine, de literatura, de arte, de filosofía y todos los
temas inimaginables.
Por cierto, ahora estoy enamorada de un artista
y soy feliz.
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La Noche
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