lunes, 24 de julio de 2017

Sobre juicios, depresiones y aceptarse uno mismo

Hoy en Tejedora e Hilandera de sueños me gustaría hablar de la costumbre que tiene la gente de juzgar a los demás, para bien o para mal, todo el mundo juzga. Si quiero hablar de este tema es porque yo me siento juzgada, hablo desde mi perspectiva y desde  mi punto de vista porque últimamente me da la sensación que me juzgan sin saber nada sobre mí o mis intereses. La cosa es que últimamente hay mucha gente que me dice qué debo hacer, cómo debo hacerlo y se consideran expertos en la materia porque las cosas les van mejor que a mí. No es ningún secreto que no estoy en un buen momento. Tras mi último trabajo, en el que me explotaron hasta que encontraron a otra persona a la que explotar, estoy en el paro. No estoy molesta por ello, la verdad es que la experiencia me sirvió de mucho y pude demostrarme a mí misma que las cosas se pueden hacer con proponérselo y trabajar duro. Me dediqué a sacar adelante un informativo de veinte minutos en los meses de julio y agosto cuando no hay ninguna información porque la corporación municipal se va de vacaciones. Y salí adelante, me pasaba doce horas en la redacción y no me arrepiento de nada. A mí me gusta trabajar duro, tener que estar veinticuato horas al día pendiente del móvil por si surgía alguna información no era un problema, más bien al contrario, me gustaba porque estaba haciendo lo que siempre he querido hacer, trabajando en una de las pasiones de mi vida que es el periodismo. Eso no salió bien, vuelvo a estar en la casilla de salida buscando mi camino.
La verdad es que sigo en ello. A lo largo de mi vida he encontrado unos cuantos atajos que he tomado, pero todos ellos me llevaron a caminos sin salida. He estado tantas veces en la casilla de salida que ya he perdido la cuenta.  No me importa, la verdad. Confieso que preferiría no tener que dar tantas vueltas, pero bueno. Hace algún tiempo se me ocurrió una frase que considero una verdad universal. La vida te da lecciones, aunque tú no quieras aprenderlas.
A mí la vida me está dando lecciones continuamente, pero voy superando las cosas poquito a poco. He tenido una depresión en la que no era capaz de levantarme de la cama y gracias a un par de excelentes amigos que estuvieron a mi lado en ese momento conseguí superarla. He estado lo más bajo que se puede estar en esta vida, me he sentido miserable, triste, sin ganas de levantarme de la cama, pero sigo de pie. Me caigo mil veces y me vuelvo a levantar, me dedico a sobrevivir que no es poco.
Así que me irrita cuando los demás me dan lecciones porque se sienten superiores a mí o se consideran más sabios que yo. 
Sé que soy extraña, diferente y no me preocupa. Tiempo atrás vivía para ser juzgada por los demás, una sola palabra podía hundirme en la miseria más absoluta. 
Pero ya no soy así. 
He crecido, he evolucionado y he aprendido mi lección.
Me sigo lamiendo las heridas, tengo cicatrices que no se ven y que todavía sangran, pero realmente no me va a impedir seguir siendo como soy, por extraña o diferente que pueda resultar a los demás.
Soy como soy.
Quizás no he encontrado todavía mi camino. Hay mucha gente que a los treinta años ya tiene todo lo que ha querido y más, yo no, pero no me preocupa porque hay gente que encuentra su camino tarde. Morgan Freeman no tuvo claro qué quería hacer hasta los 40 años y al final encontró su destino. Así que no, no me preocupa. Tengo clara mi meta, sé lo que quiero y seguiré luchando por ello.
Cada día doy pasos equivocados, pero sigo caminando, incluso cuando me pesan las piernas y me duele el corazón porque sé que al final de mi trayecto habrá un camino de azulejos amarillos y merecerá la pena el esfuerzo, las lágrimas y la lucha constante por levantar la cabeza del agua.
He sobrevivido a cosas peores y lo seguiré haciendo. No pienso parar, no voy a dejar de intentar lograr lo que quiero porque los demás se dediquen a juzgarme o a darme consejos sobre cómo debería vivir mi vida.  
Encontraré una manera de lograrlo, estoy convencida.
Así que, seguid juzgándome, sintiendo lástima por mí porque no he encontrado mi lugar todavía, hacedlo, no me importa y no me molesta. Al final sobreviviré. 
Es lo que he hecho toda mi vida y es lo que seguiré haciendo.
Siento no llorar por las esquinas cuando los demás me miráis con condescendencia, pero esa no soy yo. Hubo un tiempo en que lo fui, ¡vaya si lo hubo!, hubo un tiempo en que una supuesta amiga me decía que era más guapa, más lista y más fantástica que yo y me lo creía, pero ya no tengo dieciséis años.
Abrazo lo que soy, me acepto y es bastante más de lo que la mayoría de la gente hace.
Sé lo que soy, cómo soy. Podría ser mejor, pero si fuera de otra manera ya no sería yo.
Así que, bien, abrazo mi singularidad y me rio por dentro cuando los demás me miran con condescendencia. Porque tardaré, me perderé, tendré ganas de llorar cada día y, aún así, me seguiré levantando. 
Porque la vida me ha enseñado muchas lecciones y lo seguirá haciendo. Habrá muchas que hubiera preferido no aprender, pero si la vida me pone a prueba, que lo haga. No me voy a hundir, no me voy a dejar llevar al pozo negro. Ya estuve una vez allí y la vista no es agradable. 
Y esto es todo por hoy.
Desde aquí animo a todo aquel que sea singular que lo siga siendo, aunque los demás sigan considerándose más listos, más sabios y más guapos. 
Al final de esta vida lo más importante es aceptarse a sí mismo y una vez que nos aceptamos todo es más sencillo.
Nos vemos en el próximo Tejedora e Hilandera de sueños. Os animo a compartir el link de este blog si os gusta mi reflexión y si conocéis a alguien diferente que tenga miedo de expresarse tal y como es. Yo tardé treinta y ocho tacos en aceptarme, pero quizás haya alguien que tras leer esta reflexión aprenda a quererse tal y como es.


martes, 18 de julio de 2017

Doctor Who y machismo

Hoy en mi blog literario y de reflexión quiero hablar de la elección del próximo Doctor Who que ha generado una gran expectativa, haciendo que varias personas se dediquen a criticar a los creadores de la serie por convertir a la próxima regeneración del Doctor en una mujer. Bien, ayer me dediqué a leer los comentarios porque soy fan del Doctor Who y me parece una serie extraordinaria. A mí me han gustado absolutamente todos los Doctores que la han protagonizado, tengo un favorito, por supuesto, pero cada uno de ellos lo hizo de forma sensacional en su momento. Mi crítica va ante el hecho de que varios seguidores de Doctor Who han decidido dejar de ver la serie porque el próximo protagonista es la actriz Jodie Whittaker, una mujer.
 Lo curioso es que a lo largo de las múltiples temporadas de la serie nos hemos acostumbrado a que ocurran cosas raras, es una serie de ciencia ficción después de todo. Sabemos que el Doctor Who es un alien, tiene más de mil años, dos corazones y viaja en una cabina de la policía londinense. ¿Y a la gente le parece raro que se regenere en una mujer?¿en serio? Sinceramente, me enfada que un grupo de gente decida que el Doctor Who no puede ser una mujer. El nombre lo dice "Who", y Who no tiene genero. Además los seguidores de la serie ya hemos visto como el Maestro se reencarna en Missy y, por si no lo recuerdan esos fans criticones, Missy es una mujer. He visto comentarios en los que la propia creadora de la serie afirmó que una de las próximas regeneraciones del Doctor podría ser una mujer y me parece genial que lo sea porque eso demuestra que hemos evolucionado, aprendido de nuestros errores y aceptado que la mujer puede hacer exactamente lo mismo que el hombre. 
Me indignó especialmente el comentario de un troll que criticó a un padre que puso la foto de su hija de 10 años emocionadísima ante el hecho de que el Doctor sea una mujer, este ignorante se atrevió a decir que el padre no sabía educar bien a su hija porque el hecho que el Doctor fuera una mujer la iba a hacer lesbiana. ¿En serio? El padre le contestó que su hija de 10 años estaba más evolucionada que él y estoy completamente de acuerdo con esa afirmación.
Entiendo que puede haber diversas opiniones con respecto a la elección del próximo Doctor, pero los fans hemos visto como pasaba de ser David Tennant a Matt Smith, más joven, y ni siquiera hemos parpadeado y eso que el joven Matt Smith correspondía a un Doctor mayor que el de David Tennant. Hemos aceptado que en el futuro hay una ballena voladora que es el Gobierno de Inglaterra, hemos aceptado que el Doctor está casado con la Reina Victoria. Cosas que son, desde mi punto de vista, bastante más "marcianas" que el Doctor regenerándose en una mujer y en ninguna de esas ocasiones se despertaron tantas críticas porque los seguidores de Doctor Who sabemos que es una serie de ciencia ficción y puede pasar cualquier cosa.
Desde aquí, en este pequeño rincón de España, yo quiero agradecer a la BBC el valor de elegir a una mujer para ser el próximo Doctor y me confieso fan de la BBC por los restos. Me gusta cuando la sociedad evoluciona, me gusta cuando somos conscientes de que el mundo está cambiando y me encanta que una empresa fuerte como la BBC apueste por una mujer para un personaje tan increíble como Doctor Who.
Siento lástima por todos aquellos que van a dejar de ver una serie tan brillante como esta por la elección de una mujer como protagonista y me declaro fan incondicional de los padres, que como el padre mencionado anteriormente, se alegran enormente de que su hija tenga un modelo a seguir en el Doctor Who y también me declaro fan de un seguidor de la serie desde hace 50 años, un hombre mayor porque he visto su foto en twitter, diciendo que hacía temporadas que no se emocionaba tanto con el futuro del Doctor Who.
Señores, el mundo está cambiando, las mujeres somos poderosas y aunque yo no me considero feminista (porque para mí hombres y mujeres son exactamente lo mismo), me alegra ver que una gran cadena como la BBC evoluciona con los tiempos. Y espero, sinceramente, que la gente vaya evolucionando con los tiempos y no se quede atascado en la época Prehistórica.
Nos vemos en el próximo Tejedora e Hilandera :)

lunes, 10 de julio de 2017

Cicatrices

Hace tiempo que no escribo en el blog porque llevo un par de semanas con accidentes de lo más tonto, cayendo en el sitio menos pensando con un montón de público delante y sufriendo una leve cirugía. Honestamente no tenía mucho de que hablar, pero hoy se me ocurrió que, quizás por eso, era una buena idea escribir sobre cicatrices.
Las cicatrices de las que hablo no tienen que ser necesariamente las de las heridas que nos hacemos, sino aquellas que no se ven, las que se esconden en nuestra piel y son cicatrices del alma. Reconozco que, personalmente, porto un par de esas con cierto orgullo. Hay heridas que se quedan grabadas en la piel, heridas que no se ven a simple vista y que, en ocasiones, simplemente significan que hemos sobrevivido por loco que eso parezca.
Cada uno de nosotros llevamos una marca en nuestro corazón, de aquellas personas que perdimos, de aquellas cosas de las que nos arrepentimos y, a veces, nos olvidamos que todas esas cicatrices son un recuerdo de algo pasado y podemos verlo como algo terrible o pensar en que esa herida nos ayudó a madurar, a hacernos más fuerte. No sé que voy a escribir a continuación, hoy es uno de esos días en los que haré como Picasso y permitiré que la inspiración me pille mientras estoy trabajando.

CICATRICES
Miró la herida con asombro, apenas podía creerse que hubiera sobrevivido. La vida por norma general tendía a poner a prueba sus nervios, su carácter, su fortaleza y, casi siempre, le ganaba el pulso. A pesar que, en ocasiones, la vida derrotaba todas sus esperanzas. No era una marca muy visible, una pequeña línea en la zona de su pecho para recordarle ese momento. El instante en el cual su vida estuvo en juego por algo absurdo. Es verdad que llevaba mucho tiempo pasándolo mal, había perdido a su mujer y su trabajo en menos de diez días y, por un loco instante, pensó que iba a morir. Se sentía absolutamente perdido, sin guía en su camino, abrumado por la soledad al saber que su mujer lo había abandonado por otro hombre y por la angustia de encontrarse sin el trabajo que había tenido diez años de su vida. 
La caída fue en picado.
Al principio trató de reconquistar a su mujer y enviar currículos a todos los trabajos habidos y por haber. Sin embargo ni ella volvió a sus brazos, ni encontró el trabajo con tanta facilidad como había sospechado. Así que empezó a beber.
Al principio a las comidas.
Después a las comidas y a las cenas.
Después al desayuno, las comidas y las cenas.
Hasta que al final se pasaba el día bebiendo, gastándose el dinero que había ahorrado durante ese tiempo en alcohol, en lugar de guardarlo para cuando la cosa realmente fuera mal.
Su vida se convirtió en un ir y venir de bares. En los amigos bien intencionados que le advertían que el alcohol no era la solución, aunque él estuviera convencido en ese momento que ahorar las penas en alcohol era la mejor idea que había tenido. Poco a poco fue perdiendo a los amigos, a la familia e incluso sus conocidos empezaron a darle de lado. Su solución fue seguir bebiendo, beber hasta perder el control, beber hasta que el agujero que había en su corazón y en su vida se llenara con whisky, vodka o brandy.
Hasta el día del accidente.
Por fortuna ese día no había nadie en la carretera, sólo él, su coche y la columna contra la que chocó. No recordaba cómo había logrado llamar a la Guardia Civil justo antes de desmayarse, a veces pensaba que había sido un auténtico milagro.
Cuando despertó estaba en una cama de hospital, todo su cuerpo le dolía como el demonio y se sorprendió al ver el enorme corte que había a la altura de su corazón. El día que su doctor lo vio por primera vez tras el fatídico accidente le aseguró que había sido muy afortunado, porque el espejo del parabrisas se había roto y se había clavado muy cerca de la aorta, pero el daño había sido insignificante considerando lo grave que podía haber sido.
Le costó aceptar los hechos durante varios días. No podía creerse que hubiera pensado que la pérdida de su trabajo y su mujer iba a suponer su muerte. Comprendió que la muerte le había rozado y la ridiculez de sus pensamientos antes de despertar en ese hospital con su familia cercana y amigos visitándolo constantemente. Nadie moría por un corazón roto, ni por la pérdida de un trabajo.
Así que se prometió a sí mismo recuperarse de la situación, sobreponerse a la vida y continuar su viaje confiando en que el destino le llevaría hasta dónde tuviera que estar.
Sonrió porque ese día estaba, justamente, donde debía. Sonrió a su reflejo en el espejo y acarició la cicatriz con una sonrisa en sus labios.
Esa cicatriz era la prueba de que habría sobrevivido.
Sabía que pronto tendría nuevas cicatrices en su corazón, la mayoría de ellas no se verían a simple vista, pero estaba convencido de que lograría superar los retos que la vida le pusiese por delante.
FIN

Y, finalmente, este es el resultado.
No sé bien de dónde sale esta historia, pero últimamente me gusta persnar que los seres humanos tenemos una capacidad innata para sobrevivir en las peores circunstracias. A veces podemos sentirnos realmente angustiados porque no encontramos nuestro propio pie hacia el camino que siempre hemos soñado, pero me gusta creer que la vida nos acabará llevando a dónde pertenezcamos. Cicatrices en el alma o no.
Nos vemos en el próximo Tejedora e Hilandera de Sueños. :)

La Noche

El cielo se oscureció, el alma que vagaba por la casa permaneció en silencio viendo como el sol se apagaba. Mucho tiempo atrás los habitant...