Continúo con la publicación de "Ángela". En breves es probable que decida empezar a escribir otra historia, pero si queréis saber cómo termina el libro lo tenéis de acceso gratuito en "Bubok", por lo pronto, continuamos con la historia de Niam.
- Sí.
- ¡Es mi novela
favorita!- Exclamó Nadia.- Me encanta esa frase que dice Déjame recordarte siempre.
- Eso me dijo él hoy... -
Niam se quedó pensativa.
- ¿Quién?
- Caleb, Caleb Sánchez.
- Lo conocías de antes,
debí suponerlo al ver la cara que pusiste cuándo te dije que era tu primer
entrevistado…
- ¿Puedo contarte un secreto, Nadia?
- Por supuesto.
- Recuerdos es autobiográfica. La empecé a escribir a los 18 años y
narra mi relación con Caleb.
- ¿Con ese hombretón tan
atractivo?
- Sí.
No puedo imaginarme
cuánto lo voy a echar de menos... aquí estoy tan lejos de nuestras tertulias,
de nuestras maravillosas tardes juntos, en compañía uno del otro.
- Dile que se quede.
- No puedo.
- ¿Lo vas a dejar escapar
después de lo que te ha dicho?
- Me esperó durante doce
años y ahora se va a casar, no sería justo entrometerme.
- ¿Casar? ¿Tú estás
tonta?
¡Impide esa boda!
Un hombre como Caleb
Sánchez no se encuentra por ahí.
- Lo sé, Cal es mi verdadero amor, mi amor eterno.
- Con más motivo.
- No.
Yo ya no creo en el amor
y tengo el corazón... – se tocó el pecho.- roto.
- ¿No crees en el amor?
Tú escribes historias
sobre el amor eterno.
- Sí, hasta que conocí a
mi marido, estuve con él durante cuatro años de infeliz matrimonio, salvo el
finde semana en que la hicimos a ella.- Se acarició el abdomen.- Mi pequeña
Ángela.
Caleb... es como un niño
en el amor. Sólo ha estado con dos mujeres, la primera a los veinticuatro años
y era yo, la segunda, Rocío.
- ¡Tonta!
Si estás segura de que es
él… haz algo…
- Ya es tarde para
nosotros.
- Nunca es tarde si la dicha
es buena.
- Te aseguro que sí.
Bueno vamos a trabajar o
ese gruñón de Sergio me va a despedir.
-
De
acuerdo.
¿Te apetece tomar un café
conmigo después?
Creo que seremos buenas
amigas.
- Me encantará y estoy
segura de que seremos grandes amigas.- Niam le sonrió a la Nadia.
Al cabo de un largo rato
de silencio en el despacho la puerta se abrió y apareció Jorge.
En sus labios se dibujó
una preciosa sonrisa y Niam sintió cómo se ruborizaba. Seguramente iba a pedir
explicaciones sobre su encuentro con el novelista Caleb Sánchez, pensó que la iba a despedir. Al cabo del
tiempo sintió que temblaba como un junco
y no conseguía centrarse en la noticia.
- Jorge... tenemos la
entrevista más grande a Caleb Sánchez y ella conoce a las grandes
personalidades del mundo de la literatura.
Tal vez hasta que esté de
cinco meses podemos enviarla de vez en cuando a Madrid a que entreviste a alguno
de sus múltiples amigos, sería una tontería despedirla…
- No te metas en esto,
hermana.
- Pero...
- Sigue con lo que estás haciendo
o me veré obligado a plantearme si hice bien contratándote para mi periódico.
- De acuerdo.- Nadia miró
a Niam y sintió una gran angustia.
Se había reencontrado con
su mejor amiga de infancia, recordaba cuando jugaban a las muñecas y se decían
todos sus secretos.
Ella supo que Niam no la
había asociado con su mejor amiga de la guardería, pero no le importó.
Quería recuperarla y lo
haría.
No le diría en ningún momento nada sobre su
pasada amistad y tal vez con el tiempo recordase al fin sus días en compañía de
Nadia.
Niam siguió a Jorge en
silencio hasta su despacho, tenía la cabeza agachada y sentía a la pequeña Ángela agitarse incómoda en su
interior. Abrazó fuertemente al Seabhac y pensó si le daría también en esta
ocasión el valor que ella necesitaba.
Como si el Seabhac
hubiera oído su pregunta un calor suave volvió a rozar su cuello y sintió Niam
que el Seabhac cumpliría a rajatabla la misión que le habían encomendado tantos
siglos atrás.
Niam se sentó de nuevo en
ese despacho que le resultaba ahora tan familiar.
Lo había observado
durante un largo rato mientras su ocupante hablaba por teléfono con una
persona. La mesa enorme, el ordenador, las fotos de la infancia del atractivo
Jorge, la estantería llena de libros de consulta, una foto de la imagen de la
graduación en periodismo. Una figura de jade rosa de una antigua diosa Maya que
había comprado en unas vacaciones en México. Un precioso jarrón que siempre
tenía rosas de color blanco, la foto de un niño de unos siete años que dedujo
que sería su hijo, la foto de una familia feliz y numerosa.
El olor a tabaco que se confundía con el olor
de rosas blancas y la foto de una hermosa mujer, la esposa del director.
Niam se mantuvo en
silencio hasta que fue el propio Jorge quien se dirigió a ella.
Tengo que hacerte una
pregunta, si no te importa.
- Claro.
- ¿Por qué no me hablaste
de la relación que mantenías con Caleb Sánchez?
- No me parecía
importante, en realidad él es mi amigo desde los 18 años, pero nada más. Si hoy
nos has visto tan cariñosos es porque no sabía que estaba embarazada, se lo
oculté a él y a todos.
- ¿Por qué no se lo
contaste a Caleb si sois tan amigos?
- Estaba huyendo de mi
marido. – Niam se encogió de hombros. –
Todo lo que hice, lo hice porque si Ernesto se entera de Ángela querrá
quitármela y no se lo pienso permitir, ella es lo que más amo en este mundo.
- Entiendo ese
sentimiento. -Jorge le tendió una foto a Niam.- Este es mi hijo, se llama Luis,
como mi padre.
- Es precioso, pero no se
parece a ti.
Debe ser igual que su
madre, ¿no?
- Sí, Lucía era muy
hermosa, todos me envidiaron cuando me casé con ella.
Pero el destino no hace
más que dar golpes inesperados y murió hace unos años...
- Lo siento... no
sabía... que...
- No importa. Yo quería
mucho a mi mujer y todavía la echo de menos por las mañanas al levantarme.
Ahora Luis tiene siete
años y me pregunta siempre por su mamá y por qué su mamá murió tan joven, no lo
entiende.
Y yo sé que le hace mucha falta una madre, que
yo no puedo hacerme cargo de él, no tanto como quisiera.
Sacrifique muchas cosas
por este periódico, creo que entre ellas a mi mujer...
- Perdón... no quería
hacerte recordarla... no podía saber que ella... que tú... – Niam puso sobre la
gran mano de Jorge la suya pequeña.
Él observó a Niam y
sintió una descarga de energía sobre su cuerpo.
Sintió que una energía
llena de bondad le invadía y supo que era obra de ella, de su Seabhac.
Había oído muchas
historias de pequeño sobre el poder curativo de esa pequeña pieza artesanal
celta y por un momento él sintió en su interior la fuerza que tenía el Halcón
hechizado, la lágrima del sol.
- Niam, ahora vete, por
favor.
- Lo lamento mucho... no
deseaba hacerte sufrir, Jorge.
- Tu presencia me estorba en este momento.
Niam abandonó el despacho
de Jorge y sintió mucha lástima por él.
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