lunes, 8 de diciembre de 2014

Cuando llegó al Pazo subió las escaleras y se encontró a sus abuelos en el salón, uno a la vera del otro. Ellos sonrieron a su nieta, se separaron e hicieron un hueco en medio, como solían hacer cuando tenía diez años.
- Tengo que explicaros por qué estoy aquí, aunque supongo que ya lo sabéis.
Mi marido Ernesto me engañó durante cuatro años de infeliz matrimonio y decidí regresar… Abuelos... he huido de Ernesto.
No iba a hacerlo, estaba dispuesta a seguir sufriendo en silencio mis desencuentros con él, pero... ocurrió lago que hizo que cambiase de opinión. - Se quitó el abrigo que había llevado puesto desde el aeropuerto. – Ella es el motivo de que volviera a casa.- Se señalo el abdomen.- Estoy embarazada de dos meses y la pequeña Ángela me ha ayudado  a alejarme de Ernesto... ella me dio el empujón que necesitaba para olvidar  una vida de desengaños y dolor.
Me prometí al saber que estaba embarazada que mi hija sería feliz, que ella crecería en un ambiente de amor, de paz.
            Por eso he regresado a casa.
Nadie sabe todavía lo del bebé, ni siquiera mi madre porque ella me hubiera obligado a quedarme y yo quería traerla aquí. Que ella, como yo, descubriera la belleza de estos parajes.
Ahora me siento ridícula, ¿sabéis?
Porque no he sabido decir que mi matrimonio había acabado.
Me daba la sensación de que... había fallado... no había encontrado ese amor ideal. Estaba dispuesta a todo para conseguirlo, pero no a su costa.- Acarició su abdomen.- Ángela tendrá lo que tuve yo, una familia que la adora, un hogar donde el amor es la tónica imperante, os tendrá a vosotros y me tendrá a mí. – Concluyó entre lágrimas.
- No llores.- Segunda colocó la cabeza de Niam sobre sus piernas y una hermosa sonrisa se dibujó en sus labios.- No fallaste tú.
            Falló él.
- Yo también porque quise estar ciega a sus infidelidades...
- Confiaste, eso nunca es malo.- El abuelo Manuel acarició la larga melena trigueña de su nieta.
Niam se quedó mirando a sus abuelos, lloró con entre sus brazos durante horas, sintiendo que ellos la despojaban del profundo dolor que sentía.
- Querida Niam, no sé si te has dado cuenta de que vamos a tener una biznieta.- Segunda miró a Niam y le dedicó una sonrisa llena de complicidad.- A esta criaturita la vamos a tratar muy bien, la vamos a alimentar mucho, la llenaremos de caricias y mimos.
- Será muy feliz con sus bisabuelos, además pasará la infancia en un antiguo palacio gallego.  - Manuel abrazó a su nieta y la miró con cara de regañar.- Oiga usted, muchachita, debería de estar en la cama descansando.
- Es cierto, buenas noches.- Niam besó a sus abuelos y se fue a acostar.
Al fin pudo pensar fríamente sobre lo que había hecho.
 Lo había abandonado todo y eso le empezó a dar miedo, hasta ese mismo día a las siete de la tarde había sido Niam Ponce, la famosa escritora, ahora sería María Ponce.
Su identidad secreta de novelista estaría oculta de la prensa y de la gente que le podía desear mal, al menos desaparecería hasta que se firmara el divorcio.
Se dirigió a su bolso y sacó la cartera.
Observó sus siete tarjetas de crédito y vio el ejemplar de su última novela “El amor eterno”.
Tomó el ejemplar y lo abrazó fuertemente.
Comenzó a sentir lágrimas resbalando por su mejilla y fue a la primera página, a esa dedicatoria tan especial para un amor desconocido, pero que ella conocía muy bien, su verdadero amor.
Aunque ahora ya era tarde para ellos  “A un amor eterno, a ti que me amas sin conocerme”, se preguntó si sabría él que la novela la había escrito en su honor, pensó si recordaría aún todo lo que habían sido uno para el otro, aún a pesar de que ella lo dejó por Ernesto.
Estuvo a punto de llamarlo por teléfono y decirle que volviera, sabía que lo haría sin rechistar, pero pensó en la otra y de pronto se sintió culpable.
“No te meteré esta vez en mis problemas, amor mío. Seguiré yo sola aunque la vida misma se me vaya en el intento de olvidarte.
Sé que eres mi alma gemela, la lástima es que lo descubra tan tarde”.
Se rió de su situación.
Durante mucho tiempo se había consolado en él.
Sus dolores los había olvidado gracias a su presencia, gracias al contacto que todavía mantenía con él, sobre él había depositado todo el amor que al principio, equivocadamente, le cedió a su marido.
Se sintió culpable sabía que todo el amor que dio a Ernesto no le pertenecía, sino al otro.
A las dos de la mañana todavía no se había dormido.
 Daba vueltas incómoda sobre la cama, aburrida se decidió a empezar una nueva novela, esta vez la historia sería de desamor, de acuerdo con la situación que ella vivía.
A pesar de saber que el otro todavía la amaba.
 “Me pregunto si alguna vez llegaré a olvidarte, si algún día me despertaré y diré que ya no te quiero.
 O si seguiré toda mi vida añorándote, si pasaré más noches sin dormir al recordar tus manos, firmes, suaves y llenas de dulzura sobre mi cuerpo.
Si algún día dejaré de estremecerme al recordar tu sabor, oh, dulce amor. Te quiero tanto que creo que me moriré de desamor si tú no  vuelves a mí”
Así empezó su novela.
 La protagonista había perdido al amor de su vida y lloraba angustiada porque creía que nunca regresaría a ella, la había dejado por otra más joven, más  tonta, pero más fácil que ella.
“Supongo que Ernesto pensará que me refiero a él. Probrecito mío, si sabe que sólo le amé el primer mes de matrimonio...
 Y luego lo olvidé, porque me reencontré con mi dulce pasión, con la única persona que se merecía mi amor más que otra cosa en el mundo.
Tal vez, cuando ya tengamos la sentencia del divorcio le diré que de él sólo quería un hijo. Que le engañé durante cuatro años haciéndole creer que él constituía mi vida. Le mentí. Aunque creo que ni siquiera era consciente yo de ello hasta ahora, que he vuelto a mi casa y me he dado cuenta de que no es a Ernesto a quién echo en falta”.

Siguió escribiendo hasta las cinco de la mañana, cuando cayó en su mullida cama, lo recordó por última vez antes de cerrar los ojos y encontrarse con su amor en un sueño hermoso de su juventud, cuando se conocieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Noche

El cielo se oscureció, el alma que vagaba por la casa permaneció en silencio viendo como el sol se apagaba. Mucho tiempo atrás los habitant...