jueves, 25 de octubre de 2012


“Tejedora e hilandera de sueños” es un blog inspirado por amigos míos que me han animado desde el principio a publicar algunas de mis historias y, finalmente, me he decidido a hacerles caso.  El nombre con el que lo he bautizado tiene una explicación muy sencilla. Yo, desde pequeñita, siempre he considerado a los escritores y escritoras “tejedores e hilanderos de sueños” porque con sus historias nos invitan a vivir otras vidas, a tener muchas  aventuras y a creer en lo imposible: elfos, hadas, fantasmas… 
Y, por eso, desde que tengo uso de razón cuando la gente me preguntaba qué quería ser de mayor yo siempre respondía lo mismo “escritora”.  Mi sueño no ha variado un ápice desde pequeñita, siempre he deseado ser escritora y aunque todavía no he encontrado a ningún editor, he decidido hacerme oír y cumplir mi sueño a través de Internet o la sociedad de la información como se empeñaban en llamarlo mis profesores de periodismo.
 Mis historias no son como las de Cervantes, Tolkien, Austen o cualquiera de los grandes escritores y escritoras a los que tanto admiro, pero si durante cinco minutos os permiten evadiros de vuestros problemas y meteros de lleno en los de mis personajes, entonces he cumplido con creces mi objetivo. Además, quizás os guste lo suficiente para compartirlo con vuestros amigos, con vuestros familiares, con las personas a las que más queréis y a través de vuestras redes sociales, con ello daréis a mi sueño alas, permitiéndome tejeros e hilaros unas cuantas historias de mi propia cosecha.
Y puede que gracias a vosotros mi mensaje llegue a algún editor que se aventure a arriesgarse y publicarme, porque, la suerte nunca se sabe de dónde puede venir.
Dentro de este blog voy a publicar relatos cortos, microrrelatos, reflexiones varias y mi primera novela por entregas, como se hacía en el S.XIX. La escribí con diecinueve años así que mi estilo no estaba pulido, lo único que sí está presente desde el principio de todo es la fantasía, mi género favorito. Hay fantasmas, hay maldiciones y hay una historia de amor con un final… ¿feliz?
La he releído y corregido mil veces tratando de mejorarla, pero soy muy sentimental y al final casi siempre termina como al principio.

Por otra parte, de vez en cuando también os hablaré de mis otras historias, haciéndoos una sinopsis de ellas para que me deis vuestra sincera opinión y pueda mejorar para dar con un editor y mis libros dejen de estar huérfanos en la memoria de mi ordenador.
      Y como es de bien nacido el ser agradecido, os doy gracias de antemano por leer este blog.
      Hoy empezaré con una reflexión que se me ocurrió hace tiempo en el metro de Madrid. Se llama “Muros de Papel”. Hace poco he escrito una continuidad que publicaré más adelante llamada “Muros digitales”. Los comentarios siempre son bien recibidos y las críticas constructivas también.

MUROS DE PAPEL
Me he dado cuenta de que las personas nos escondemos tras muros de papel creyéndonos que son infranqueables, de piedra maciza, pero no dejan de ser de pergamino, fáciles de rasgar. Estos muros se aprecian especialmente en el metro.
Al sentarnos en un vagón nos escondemos tras un periódico, revista… cualquier cosa que oculte nuestro rostro a los demás. Todos lo hacemos convencidos de que nuestra barrera es inexpugnable mas, no nos engañemos, sigue siendo un simple folio.
     Es una manera de no mostrar lo que somos, engañamos a los demás fingiendo que estamos muy interesados en la lectura. Aunque la realidad es que tras esas hojas estamos mirando a nuestro alrededor, aterrorizados, desconfiando de todos, temiendo que alguien se atreva a ir más allá, que se arriesgue a dar un paso más y tenga el valor de conocernos.
     Tal vez vosotros mismos habéis puesto “muros de papel” en vuestras vidas, yo reconozco haberlo hecho muchas veces, quizás es hora de permitirnos sacarnos de encima esas barreras y conocer a los demás. Porque si nos seguimos aislando tras esas infranqueables murallas, llegará un momento en el cual nos hallemos tan sumergidos en nuestra propia soledad que no seremos capaces de ver lo que nos pueden ofrecer los demás.
 La próxima vez que suba en metro voy a intentar no usar ningún muro, a lo mejor no es tan aterrador, después de todo.


  


      

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