domingo, 11 de junio de 2017

Moira Amarelle

Esta semana he pensado en presentar a otro de mis personajes en el blog. El de hoy es uno de mis favoritos, se trata de Moira Amarelle la protagonista de mi novela "El libro de Sombras Amarelle". Moira es un personaje que me gusta especialmente porque es una mujer fuerte en un mundo bastante complicado. La historia de hoy no tiene que ver nada con la novela, de hecho, el trozo que hoy escribo es un poco triste. Para poneros en antecedentes, Moira es huérfana, vive en un pequeño pueblo con una familia que la ha adoptado y es una poderosa bruja. Una antepasada predijo que el día que cumpliera dieciocho años sería el día de su muerte y de eso va la novela. Del último mes de vida de Moira, pero no termina mal porque la idea de la novela es que a veces la muerte es sólo el principio de algo diferente. La novela es de fantasía así que hay elfos, vampiros y brujas. Otro día me gustaría presentaros a mi malo, maloso Primus Octavius un soldado del rey Tarquino el Viejo de la Antigua Roma. Sin embargo hoy el día es de Moira Amarelle.

MOIRA AMARELLE
Moira observó a su alrededor, era un día de Primavera y el sol alumbraba en el cielo, lo que la molestaba bastante. ¿Cómo se atrevía el sol a brillar tanto cuándo había perdido lo más importante de su vida?
Una mirada a su alrededor le mostró que se encontraba en el peor lugar del mundo, un cementerio no era un sitio al que le gustara ir. La primera vez que había visitado uno fue con la muerte de su abuela, poco después la de su abuelo, años después la de su madre, después la de su tío y finalmente su padre. 
Estaba sola en el mundo, sola del todo no. Sabía que había otros Amarelle fuera del pueblo, su propia prima vivía con su madre en otro lugar y sabía que su tía aceptaría de buen grado acoger a Moira en la casa que había construído tras el divorcio con su tío. Sin embargo no era el lugar en el que debía estar Moira, siempre debía quedar un Amarelle en el pueblo para que el mal no lo acechara. Poco importaba que la responsable de la seguridad de todos sus habitantes fuera en ese momento Moira, con sólo catorce años debía mantener la magia de toda la familia. No es que fuera a volver alguno de sus tíos o sus primos. Todos habían jurado no regresar jamás al lugar que los había mantenido vivos, ninguno quería la responsabilidad. Eran perfectamente conscientes que hacerse cargo de la magia Amarelle drenaba su vida considerablemente, ningún líder del clan había durado más de 40 años, en cuanto recibían la magia su vida se drenaba unos treinta o cuarenta años. 
No ayudaba tampoco saber que ella misma ni siquiera alcanzaría los veinte. Con dieciocho años, quisiera o no, iba a morir. Así lo predijo la última de los Amarelle con poderes de adivinación.
La realidad es que comprendía la razón, Moira era perfectamente consciente del enorme poder que tenía y que ella debía acabar con la próxima amenaza que caería sobre el pueblo. Sentía la magia en cada porción de su cuerpo, la envolvía de una manera extraordinaria. Su tío le había dicho en una ocasión que era la Amarelle más poderosa de todos, con un poder que superaba la fuerza combinada de su madre y su tío juntos.
El cementerio estaba lleno de gente, muchos habían ido a presentar sus respetos a su padre, pero otros sólo querían ver a la pequeña huérfana de catorce años que era todo el legado que quedaba de la familia más antigua del pueblo. Algunos tenían intención de tratar de robarle la panadería, la casa de su tío, no hacía falta ser adivina para verlo. Se abrazó a sí misma, hasta que sintió una mano sujetando la suya por un lado, por el otro lado otra mano y detrás de su cintura dos manos más. Se sintió reconfortada con todas esas manos, eran de sus amigos Santi, Rocío, Pablo y Malena, los hijos de Mauricio y Anabel que trababajan en la panadería de su familia hasta que ellos murieron y quienes se habían hecho cargo de la misma hasta que la propia Moira fuera mayor de edad para ocuparse de ella. Los cuatro eran los más cercano que tenía a una familia, Santi era dos años menor que ella, Rocío tres años mayor, Malena de su misma edad y Pablo cuatro años mayor. No, no estaba sola del todo. Ellos eran su familia, Mauricio y Anabel habían iniciado los trámites para adoptarla y hacerse cargo de su crianza mientras ella no pudiera valerse por sí misma.
No se había atrevido a decirle a su familia de acogida que por mucho que se hicieran cargo de ella su vida duraría sólo cuatro años más. Había una sentencia de muerte sobre su cabeza y Moira no sabía muy bien cómo sentirse al respecto.
Al terminar el funeral Tanis y Cecilia se aproximaron a Moira. La abrazaron con ternura, Cecilia la invitó a comer en su casa el próximo fin de semana y Tanis besó su frente con ternura. Tanis y Cecilia eran sus dos personas favoritas del pueblo y también de las más mayores. Los dos superaban los setenta años y siempre tenían una palabra amable para Moira.
Cuando todo el mundo dejó el cementerio se quedó frente a la tumba de su padre con las manos de sus amigos todavía rodeándola. Santi, Malena, Rocío y Pablo no hablaban, realmente no necesitaban hacerlo. Ella sabía que podía contar con ellos de forma incondicional.Detrás de ellos estaban Mauricio y Anabel, los seis eran su nueva familia. Se agachó frente a la tumba de su padre, lanzó una bendición a su alma, besó por última vez el nombre inscrito y después se giró.
-Ya podemos irnos.-Informó.
-No tenemos prisa, cariño.-Dijo Anabel con ternura.
-¡Es tan injusto!-Se quejó y sintió cómo la mano de Santi apretaba con más fuerza la suya.
-Lo es, cariño.-Anabel acarició la cabeza de Moira y besó su frente.
-No estás sola.-Mauricio se acercó a Moira y le sonrió.-Nunca estarás sola, pequeña, nosotros cuidaremos de ti.
-Te quiero, Momo.-Pablo se separó de detrás de Moira y la abrazó con fuerza mientras sus hermanos la liberaban de sus rspectivos agarres.
-Te quiero, Momo.-Aseguró Malena y la abrazó, de la misma que había hecho su hermano mayor.
-Te quiero, Momo.-Rocío se colocó frente a Moira y la abrazó.-Estoy aquí para lo que necesites.
-Puedes contar conmigo siempre, Momo. Yo te cuidaré.-Prometió Santi, quien a pesar de ser el más pequeño de todos los hermanos era también el más decidido.-Te quiero, Momo.
-Os quiero.-Afirmó ella y observó a su nueva familia.-Gracias.
-Te queremos, cariño, y cuidaremos de ti.-Anabel miró a sus hijos, a su marido a Moira.-Haré sopa de pollo cuando lleguemos a casa, seguro que te sienta bien.
-Yo te ayudaré.-Se ofreció Santi y Moira sonrió a su amigo. Había visto su futuro y era magnífico. Su mejor amigo salvaría muchas vidas porque iba a ser un Médico extraordinario. 
Tras la muerte de su tío había empezado a tener visiones de su nueva familia, no se podían considerar premoniciones porque ningún Amarelle tenía el don de la Premonición desde Antía Amarelle, pero a veces podían ver fragmentos del futuro de personas con las que estaban emocionalmente unidas. No eran grandes visiones, tan sólo ideas, pequeños matices y sombras. Las últimas habían sido sobre Santi y su prometedor futuro. Iba a hacer cosas extraordinarias y ella lamentaba no poder ser testigo de las mismas porque cuando Santi alcanzara todos su potencial ella ya estaría bajo tierra, caminando en las Tierras de los Amarelle del otro lado.
También había visto el futuro de Malena, su amiga iba a ser una reconocida escritora. 
Los futuros de Pablo y Rocío todavía no habían sido desvelados ante sus ojos, pero Moira estaba convencida que, como sus hermanos, sus futuros iban a ser brillantes, cargados de luz y de amor. Lo serían porque ella iba a utilizar parte de su poder para protegerlos. Era lo mínimo que podía hacer por aquellos que la querían sin segundas intenciones, sólo por ser Moira Amarelle.
Moira observó una última vez la tumba de su padre, después sintió las manos de Santi y Malena en las suyas y los siguió al exterior. El sol seguía brillando en el cielo y Moira realmente deseaba que el camino de su padre hasta las antiguas tierras Amarelle fuera breve y venturoso.
FIN 
Sé que este fragmento es algo triste, pero desde que escribí la novela siempre he pensado en el momento en que Moira se quedaba sóla en el mundo, a cargo de Mauricio y Anabel cuando el único remanente de su familia se moría, además tenía la necesidad de escribir sobre esta familia que en la novela apoya a Moira en el proceso. Malena, Rocío y Pablo no aparecen en la historia, pero Santi sí. Por alguna razón este personaje me gusta mucho.
Nos vemos en el próximo Tejedora e Hilandera, si os gusta mi breve relato compartidlo en vuestras redes sociales a ver si un cazatalentos literario lo lee y siente curiosidad por la historia de Moira Amarelle que incluye elfos, vampiros y brujas.  :)

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