miércoles, 20 de noviembre de 2013

Y, por fin, llego al capítulo final. El cierre de esta historia, me ha llevado bastante más tiempo del que habría imaginado y he acabado cogiendo cariño a Darío y a Daniela. En esta parte final, veremos lo qué ocurrió tras el deseo de Daniela y la historia nos la narra el protagonista oculto en todas las demás versiones, Adriel, ángel de la Guarda de Daniela y Darío. La próxima semana empezaré a escribir otros relatos e historias propias. Por ahora, cerremos "La Decisión"

EPÍLOGO 
Hace quince años…
Hoy es el día en el que todo cambia, desde mi cielo puedo ver a Darío y Daniela, ella ha elegido no conocer a Miguel y yo intervendré para evitarlo. Quizás hubiera sido más fácil haberle propuesto yo mismo esta decisión, pero a veces si estamos demasiado implicados en la situación no somos capaces de ver la solución más simple.
- Hola, ¿sabes que tienes la mirada más hechizante que he visto en mi vida? – Dice Miguel y mi Daniela le sonríe.
- Gracias, me llamo Daniela.
- Miguel.
- Encantada de conocerte.
     - Perdona, ¿te puedo invitar a algo? – Darío interrumpe el momento, es muy joven, todavía es un Doctor engreído, pero con el tiempo sé que cambiará porque es su naturaleza aunque él la desconozca todavía.- Siento entrometerme, simplemente me ha atraído tu presencia, es como si te conociera de antes.
En voz alta suena bastante ridículo, pero es la verdad.
     - A mí me ocurre igual.
Soy Daniela, ¿cómo te llamas?
     - Me llamo Darío, Darío Pardo.
     - ¿Darío? Es un nombre precioso, de algún modo me trae hermosos recuerdos.
     - Me largo, ya veo que aquí no tengo nada qué hacer.- Miguel se aleja de los dos y yo sonrío. Han cambiado su destino, pero de algún modo comprendo que ambos terminarán aquí, a mi lado, pues los dos son mis favoritos y quiero que me ayuden a proteger a otras personas.
     - Lo siento, creo que he fastidiado tu cita.- Dice Darío con una media sonrisa, sintiendo mucho más en su corazón.
     - No importa, en realidad sólo buscaba compañía.
     Dime, ¿a qué te dedicas?
     - Soy médico en urgencias.
     - Parece un trabajo duro.
     - A veces lo es.
     - Si necesitas una amiga para hablar de ello aquí me tienes.
     - Gracias, Daniela.
     - Puedes llamarme Dani.
     - Es un bonito nombre.
     - Como diría Bogart, espero que este sea el principio de una hermosa amistad.
     - Sé que lo será.

     5 de Octubre, hace trece años
     El destino juega hoy sus cartas por última vez. Daniela cambió su vida y también la de Darío. Ambos deberán pagar por esa decisión, desde mi cielo los contemplo, han sido felices durante dos años, pero las normas están ahí para cumplirse y yo, Adriel, debo velar porque se cumplan.
     - Llegas tarde, Darío.- Dice Daniela y se sube en el coche.
     - Estaba con Mónica, hoy le he pedido matrimonio.
     - Está bien, te perdono porque estoy de buen humor; me han aceptado en la Facultad de Informática.
    CRASH.




    
15 de Octubre hace trece años
     Me desperté en un lugar extraño, frente a mí había un hermoso hombre pelirrojo con los ojos turquesa, lo miré  y lo  identifiqué entre mis recuerdos de infancia.
     - Adriel.- Le dije y él me sonrió.
     - Bienvenida, Daniela. – Me alegré por el recibimiento de Adriel y sentí que alguien tomaba mi mano, dudoso.
- ¿Lo conoces? – Me preguntó Darío.- ¿Sabes dónde estamos?
- Adriel es mi Ángel de la Guarda. – Respondí, Darío me miró de forma extraña. – Lo que no entiendo es qué haces tú en mi sueño.
- No estáis soñando, ninguno de los dos. – Explicó Adriel. – Os doy la bienvenida a vuestra nueva vida, desde hoy seré vuestro Ángel Guía. A partir de mañana os ocuparéis de cargas humanas, es vuestra obligación como Ángeles de la Guarda.- Dijo.
Yo me quedé en silencio, evaluando sus palabras. Estaba muerta.
El pensamiento se coló en mi mente, había muchas cosas que deseaba vivir, muchas experiencias que ansiaba tener y, entonces, ocurrió lo más extraño de todo; Adriel nos habló de nosotros, de nuestras vidas.
Nos explicó que ambos habíamos muerto, en diferentes años y, nuestras almas se habían reclamado una a la otra, nunca habían podido separarlas y, por esa razón, los Jefes habían optado por traernos en el mismo momento a este lado de la vida.
Me giré para observar a Darío, él me dedicó una hermosa sonrisa y me tendió la mano. Los dos observamos a Adriel, él siguió con su discurso.
     - Sólo hay cuatro condiciones para hacer este trabajo.
No digáis quién sois. Desde hoy seréis Dariel y Naariel.
No améis a ninguna de vuestras cargas humanas.
No os hagáis corpóreos ante ellas.
Nunca les ofrezcáis la oportunidad de cambiar una decisión de su vida porque un ligero cambio puede influir en la vida de muchos.
Vosotros dos estáis aquí porque compartís un vínculo muy profundo, desde vuestro nacimiento estabais destinados a conoceros, vuestras almas están prendidas y por eso seréis compañeros. Recordad, siempre debéis responder a esta oración:
    
Ángel de la guarda, dulce compañía, no me dejes solo ni de noche, ni de día, que me perdería.
         

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