lunes, 6 de abril de 2015

El principio de una novela

Hace mucho que no actualizo este blog, pero bueno, ahora me voy a poner las pilas y publicar un pequeño trozo del principio de lo que podría ser una novela, estoy barajando cómo continuarla, espero que os guste. La historia tiene un nombre por ahora "Hechizos, pociones y un poco de magia", pero no sé si se quedará así o se lo cambiaré.

Hechizos, pociones y un poco de magia

              Cuando por primera vez tuve tiempo en mi estresante vida decidí visitar a la abuela de Víctor. Víctor era mi mejor amigo desde tiempo inmemoriales, nos conocimos cuando aún nos cambiaban los pañales y desde entonces habíamos sido como uña y carne y yo, en el fondo de mi alma, estaba muy enamorada de él.  
La primera vez que pisé la casa de su abuela yo tenía veinticinco años, el corazón roto porque mi último novio me había dejado por una extranjera y muy pocas ganas de comunicarme con la gente.
              Víctor me vio tan alicaída que me invitó a casa de su abuela y yo, que no tenía ganas de discutir con nadie, accedí.  A eso también le habría que añadir que mi mejor amigo me había picado diciéndome que la casa de su abuela estaba encantada y que todavía se podían ver Elfos, hadas, brujas y trasgos en su armario.  Esas fueron las palabras que terminaron por hacerme reaccionar, yo era licenciada en física y psicología, pero me creía todos los cuentos infantiles a pies juntillas.
              Así que un catorce de mayo me planté en el viejo caserón que estaba a veinte kilómetros de distancia de cualquier lugar. Cuando llegué a la puerta supe, con toda certeza, que algo iba a cambiar dentro de mí y también que estaba preparada para ello. Llamé al timbre y la abuela Luisa me vino a abrir.             
              La abuela de Víctor era una mujer dulce, mayor y que desprende un halo que hechiza a todo aquel que la mira. Nada más verla sentí que la paz y la serenidad se agarraban a mi alma y todo el estrés que llevaba acumulado desde hacía años se me pasó en un instante. La abuela Luisa me besó en la frente nada más recibirme y acarició mi pecho por la zona del corazón.
              - El amor duele, querida. A veces se aferra tan fuerte dentro del alma de una persona que no abandona nunca el lugar donde todo empezó. Bienvenida, mi nombre es Luisa y por lo que me han contado tú eres la mujer más importante en la vida de mi nieto en este momento. El pobre aún no se ha recuperado de su última ruptura y veo que tu corazón también tiene un rasguño.
Pero, por favor, pasa.  Sé bienvenida a mi hogar.
              - Muchas gracias, señora Vila...
              - Llámame abuela Luisa, todo el mundo lo hace. Ahora subiremos al cuarto de Víctor  y te quedarás allí.
              Es el más confortable de la casa y tiene una vista al mar que engancha. – Seguí a la abuela por el inmenso pasillo y subimos una enorme escalera de caracol hasta llegar a una puerta redonda. Entré en el cuarto y supe que allí había vivido Víctor los mejores y peores momentos de su infancia.
              Al entrar su habitación sentí que mi alma se conectaba con la suya y me imaginé que estaba con él, volando en un avión camino al Paraíso.  Víctor era piloto y quizás eso hacía que me atrajera más. Tenía un cuerpo de constitución atlética, unos enormes ojos negros adornaban su hermoso rostro dorado y los rizos castaños rebeldes caían sobre su frente. Era como un Adonis y todas las mujeres lo amaban.
              La abuela Luisa me enseñó un pequeño baño que había dentro de la habitación, un enorme arcón donde podía meter mis cosas y un armario antiguo, que por los cálculos que yo hice, debía ser del S.XVII, más o menos.
              Luisa insistió para que dejara las cosas de cualquier manera en el dormitorio y bajara con ella al salón,  yo la seguí sin dudar y pensé que si me iba a quedar allí un mes podía permitirme el lujo de arreglar las cosas más tarde.
              Entré en el enorme salón de la casa y me sentí transportada a una época de esplendor que yo no había conocido. Era la habitación más grande que yo había visto en mi vida y todo en ella creaba una atmósfera confortable. Daba la sensación de que ese lugar nunca se iría de allí. Y yo, por primera vez en mi vida, sentí que tenía raíces. Soñaba con quedarme ahí para siempre, compartir mi vida con la casa, con Víctor, con la abuela Luisa y con nuestros hijos.
              Sentí muchas cosas y mi alma se agitó de felicidad. Una vibración rodeó mi cuerpo. Yo no lo supe en ese momento, pero era la Baronesa Martina, la primera mujer de la familia de Víctor, transformada en un fantasma y atrapada en esa casa porque ese fue el lugar donde se inició su historia de amor.
La abuela de Víctor me dejó sola en el salón y se fue hacia la cocina.
              Yo cerré mis ojos y escuché el sonido del mar que llegaba ahogado a mis oídos, percibí el olor del bosque rodeando la casa y sentí que todos mis sentidos se despertaban como de un largo letargo. Pude percibir la textura de las cosas con mis dedos y en mi boca el dulce sabor de una tarta de moras y chocolate.   Me quedé dormida sin darme cuenta y dejé de ser Bárbara, me convertí en la Baronesa Martina con dieciséis años.
              Y estas son las cosas que llegaron a mí sin yo pedirlo.

FIN

El principio es algo flojucho, estoy trabajando en mejorarlo y dotarlo de más vida. Esta historia estaba en mi cajón de los relatos y he decidido darle una oportunidad. Ahora mismo estoy inmersa en el segundo libro de Ariel, mi primera novela publicada por la editorial Hades y que va por su segunda edición, y trabajando en mi primera novela negra "El cazador y su aprendiz", pero de vez en cuando tengo que escribir otras cosas para desconectar de lo que estoy haciendo y tomarlo después con más ganas.
En cualquier caso, no es una de las historias que más orgullosa me siento y por eso estaba en el cajón de los relatos por concluir, pero bueno, quizás logre sacar algo bonito de este principio.

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