martes, 17 de mayo de 2016

Retales de existencia

Hoy en "Tejedora e hilandera de sueños" he decicido compartir un fragmento del último libro en el que estoy trabajando, es una historia de ciencia ficción y siempre he querido escribir una, así que me puse manos al teclado con intención de empezar lo que considero una trilogía llamada "Retales de existencia", este trozo que publico hoy es parte del primer libro de la trilogía, "Nada". Para ser honesta creía que me costaría algo menos escribir ciencia ficción, pero quiero hacerlo bien y estoy tratando de ordenar las ideas en mi cabeza para que encajen. Por lo pronto dejo este fragmentito.
PRÓLOGO
Todo empezó con Oiche: el cielo era oscuro, el terreno era negro; una nada infinita. Disfrutaba en su mundo. Era la reina y gobernaba a su antojo: no había dolor, sufrimiento, alegrías o pena y para ella eso era perfecto.
Vivió un tiempo indeterminado sola hasta el primer día de ella. Ella se llamó a sí misma Gealach y fue el primer alma que llegó a la Nada. Al principio estaba sola y Oiche no creyó que fuera una amenaza hasta que todos los demás despertaron para perturbar su paz.
Primero fueron los Ángeles. Iluminaron el cielo con su luminiscencia y surgió la bondad y la armonía.
Después llegaron los demonios. Eran el contrapuesto a los Ángeles y con ellos trajeron la maldad y el caos. Dominaron la mitad del mundo, la oscuridad que gobernaba cuando los Ángeles dormían.
Gealach se disfrazaba a sí misma para disfrutar de ambas novedades. Por el día se convertía en un ángel y por la noche en un demonio.
Oiche se preguntaba por qué no se daban cuenta de su presencia los ángeles y los demonios, si era algo completamente diferente a ellos, un secreto, como Oiche, y al mismo tiempo algo distinto.
Tras miles de años surgieron las hadas. Eran gentiles e inocentes. Un grupo juguetón a la que ángeles y demonios respetaban. Las Hadas se construyeron su Reino y, ni los unos, ni los otros, se metían con ellas.
Los siguientes en aparecer fueron las brujas y hechiceros. Eran poderosos y diferentes entre ellos. Las había que preferían estar con los Ángeles y su poder era la magia blanca. Los había que preferían a los demonios y usaban la magia negra. Sin embargo, al contrario que todos los demás seres que aparecieron antes, los Blancos y los Negros, podían usar ambos tipo de magia y así lo hacían según convenía a sus necesidades. Tenían la capacidad del cambio.
Los elfos llegaron más tarde. Tenían una belleza que seducía a Ángeles, Demonios, Hadas y Brujas por igual. Los elfos eran atemporales y trajeron la sabiduría, sabían muchas cosas y conocían el nombre de Gealach. Ante ellos su disfraz no funcionaba. Gealach tras vagar entre los cuatro reinos se quedó con los elfos. Admiraba su sabiduría y su belleza. Los elfos, a su vez, amaban a Gealach con ferocidad, pues ellos sabían que sin Gealach, el mundo no existiría.
Los cinco reinos convivían, pero la paz no siempre era posible y para solucionar los problemas, surgieron los Daimon y con ellos la diplomacia. Los Daimon eran tranquilos, mensajeros de todos los reinos y fueron los primeros en reproducirse con los ángeles, con los demonios, con las hadas, con las brujas y hechiceros, con los elfos y entre ellos. No habían nacido para pertenecer a un único lugar y no conocían la identidad de Gealach, porque se había integrado tanto en el mundo de los elfos que se había perdido a sí misma o, quizás, decidió disfrazarse para siempre.
Después nacieron los vampiros, eran cazadores letales y se alimentaban de la sangre de todos los demás. Los vampiros trajeron la belleza y la caza.
Tras millones de años, surgieron los Humanos y Oiche los odió.
Todos los demás reinos no le molestaban, incluso toleraba la existencia de Gealach, pero los últimos nacidos eran detestables. Se destruían entre ellos, se amaban, se odiaban, eran tristes, eran alegres. Tenían la bondad de los ángeles, la maldad de los demonios, la ingenuidad de las hadas, el poder el cambiar de las brujas y hechiceros, la sabiduría de los elfos, la diplomacia de los daimones, y la belleza de los vampiros. Eran retales de los demás y eso descolocaba a Oiche, quien siempre había creído tener todo el conocimiento.
Oiche sabía que todo había empezado con Gealach y se lo haría pagar. Oiche no tenía prisa, era más antigua y obtendría su justa venganza en el momento adecuado. Mientras tanto Gealach podía disfrazarse y disfrutar de todos los miembros porque, cuando cayera, lo haría a lo grande.
Todo empezó con el nacimiento de Gealach y todo terminaría con su muerte.
FIN
Lo dicho, es un trozo muy chiquitín de la historia en la que estoy trabajando, estoy perfilando aún los personajes y el universo en el que se mueven, pero bueno, poquito a poco iré construyendo el mundo de Oiche y Gealach hasta conseguir perfilarlos de la manera que quiero para que encajen en el mapa mental que tengo en mi cabeza de como quiero hacer esta historia.
Hasta el próximo "Tejedora" :)
 
 

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