domingo, 12 de marzo de 2017

Sobre parejas y juicios

Últimamente pienso mucho en parejas. Es un tema que a mí realmente nunca me ha importado, nunca he tenido esa imperiosa necesidad de casarme, pero estos días le doy muchas vueltas al asunto, quizás es porque estoy en la edad, tal vez porque he madurado o porque muchas de las personas que conozco han empezado a formar su vida con otra persona. La verdad es que soy independiente, siempre he sido así. Me gusta hacer las cosas a mi manera, no suelo escuchar a los demás porque siempre he creído en la libertad de cada cual, cada persona puede hacer lo que le dé la real gana con su vida y si tengo una pareja querré que acepte mi manera de ser porque a veces quiero tener un espacio para mí misma, no soy de las que piensan que cuando tienes pareja debes cambiar completamente tu vida, quiero seguir quedando con mis amigas si me apetece y no quiero convertirme en esa amiga que deja de lado a los demás porque tiene un marido e hijos. Si decido tener una pareja e hijos querré compartir mi tiempo con ellos, pero también tener espacio para mí y mis amigos.
Ahora tengo más años, he aprendido muchas lecciones en la vida que preferiría no haber tenido que aprender por las malas y me he parado a reflexionar en por qué yo no tengo pareja.
Todo el mundo se extraña cuando estás soltero, te miran como si fueras algo diferente, prejuzgándote sin razón o motivo aparente. Yo vivo en un pueblo pequeño, la mayoría de mis amigos de la infancia ya han sentado la cabeza, tienen hijos, una familia. Es la vida que ellos eligieron y a mí me parece bien, pero me molesta que se me juzgue por estar soltera o por no tener una pareja. A veces me parece que la mayor parte de la gente no comprende que si yo no tengo pareja es porque no la he querido, no la he buscado y no la he necesitado. No mentiré, me gustaría tener una pareja, quizás por la edad, porque he madurado y creo que a pesar del caos que es mi vida ahora mismo sin trabajo, podría asumir compartir mi vida con otra persona, pero no quiero que eso defina mi vida.
Y por primera vez ya sé lo que estoy buscando. Yo quiero a alguien diferente, un chico que no sea como todos los demás, que tenga algo que lo haga singular. Yo no soy como los demás, soy ingenua, idealista, sigo creyendo en la magia a pesar de que la vida no para de mandarme cosas para que deje de hacerlo. Antes me sentía insegura por ser distinta, por no comportarme como todas mis amigas, por tener una opinión sobre cada cosa aunque la mayor parte del tiempo no la comparta, soy así.
Mi padre solía decirme que podía lograr cualquier cosa que quisiera, la verdad es que siempre fue la persona que más creyó en mí y creo que es porque también él, a su manera, era singular, diferente y como él mi madre. Supongo que por eso yo tampoco soy como los demás. A mi madre le gustan los western y a mi padre le gustaban los musicales. Mi madre tiene una opinión para cada cosa y mi padre también la tenía, pero en las cosas importantes estaban de acuerdo.
Estoy cansada de que la gente me juzgue por seguir soltera porque si lo estoy es por elección propia, a mí no me vale casarme, tener niños, quiero encontrar un compañero con quien compartir la vida, pero también mantener mi espacio propio. Las dos únicas veces que me enamoré en mi vida fue de dos personas que no podía ser más diferentes a todos los demás. Un chico sensible, inteligente, con un corazón más grande que la tierra y otro terriblemente inteligente, singular, alguien que no temía ser él mismo.
Y si no encuentro ese chico seguiré estando soltera y me gustaría que la gente dejara de juzgarme o mirarme con superioridad sólo porque prefiero estarlo a no tener el chico de mis sueños.
¿Por qué sacar este tema hoy?
La cuestión es que tengo varias amigas increíbles que también están solteras por elección y hemos tenido muchas conversaciones sobre parejas y sobre el hecho de que la gente te trata diferente por no estar en pareja, por no tener la familia feliz como todos los demás.
Y esta entrada del blog de hoy se la quiero dedicar a ellas porque sé que a veces es difícil abstraerse de los comentarios de la gente, de las miradas de extrañeza, de los cotilleos a tus espaldas. También se la quiero dedicar a quienes son diferentes, singulares.
Honestamente, a estas alturas de mi vida, prefiero mil veces a ese tipo de personas que no son como todos los demás, me aburren los Ken y las Barbies, me cansan quienes llevan el uniforme como forma de vida y, sobre todo, me generan hartazgo los que prejuzgan a los demás sin darles siquiera la oportunidad de conocerlos.
Yo nunca juzgo, no me pongo caretas dependiendo de con quién esté y, sobre todo, creo en la libertad como la máxima expresión del ser humano. Si no hieres a los demás, si no haces daño a la gente, puedes hacer con tu vida lo que quieras.
Estar soltero, casado, divorciado, creer en los marcianos, ser agnóstico, creer en lo que cada cual quiera creer y actuar cada cual como lo desee sin dañar a los demás.
Somos seres humanos, se supone que tenemos inteligencia y, a veces, me gustaría creer que así es en lugar de ver orangutanes que se dedican a juzgar a los demás sin darse cuenta que, sí señores, Ustedes que tanto juzgan también pueden ser juzgados por los demás.
Hasta el próximo Tejedora e Hilandera de sueños.

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