Últimamente
pienso mucho en parejas. Es un tema que a mí realmente nunca me ha
importado, nunca he tenido esa imperiosa necesidad de casarme, pero estos días le doy muchas vueltas al asunto, quizás es porque estoy
en la edad, tal vez porque he madurado o porque muchas de las
personas que conozco han empezado a formar su vida con otra persona.
La verdad es que soy independiente, siempre he sido así. Me gusta
hacer las cosas a mi manera, no suelo escuchar a los demás porque
siempre he creído en la libertad de cada cual, cada persona puede
hacer lo que le dé la real gana con su vida y si tengo una pareja
querré que acepte mi manera de ser porque a veces quiero tener un
espacio para mí misma, no soy de las que piensan que cuando tienes
pareja debes cambiar completamente tu vida, quiero seguir quedando
con mis amigas si me apetece y no quiero convertirme en esa amiga que
deja de lado a los demás porque tiene un marido e hijos. Si decido
tener una pareja e hijos querré compartir mi tiempo con ellos, pero
también tener espacio para mí y mis amigos.
Ahora
tengo más años, he aprendido muchas lecciones en la vida que
preferiría no haber tenido que aprender por las malas y me he parado
a reflexionar en por qué yo no tengo pareja.
Todo
el mundo se extraña cuando estás soltero, te miran como si fueras
algo diferente, prejuzgándote sin razón o motivo aparente. Yo vivo
en un pueblo pequeño, la mayoría de mis amigos de la infancia ya
han sentado la cabeza, tienen hijos, una familia. Es la vida que ellos
eligieron y a mí me parece bien, pero me molesta que se me juzgue
por estar soltera o por no tener una pareja. A veces me parece que la
mayor parte de la gente no comprende que si yo no tengo pareja es
porque no la he querido, no la he buscado y no la he necesitado. No
mentiré, me gustaría tener una pareja, quizás por la edad, porque
he madurado y creo que a pesar del caos que es mi vida ahora mismo
sin trabajo, podría asumir compartir mi vida con otra persona, pero
no quiero que eso defina mi vida.
Y
por primera vez ya sé lo que estoy buscando. Yo quiero a alguien
diferente, un chico que no sea como todos los demás, que tenga algo
que lo haga singular. Yo no soy como los demás, soy ingenua,
idealista, sigo creyendo en la magia a pesar de que la vida no para
de mandarme cosas para que deje de hacerlo. Antes me sentía insegura
por ser distinta, por no comportarme como todas mis amigas, por tener
una opinión sobre cada cosa aunque la mayor parte del tiempo no la
comparta, soy así.
Mi
padre solía decirme que podía lograr cualquier cosa que quisiera,
la verdad es que siempre fue la persona que más creyó en mí y creo
que es porque también él, a su manera, era singular, diferente y
como él mi madre. Supongo que por eso yo tampoco soy como los demás.
A mi madre le gustan los western y a mi padre le gustaban los
musicales. Mi madre tiene una opinión para cada cosa y mi padre
también la tenía, pero en las cosas importantes estaban de acuerdo.
Estoy
cansada de que la gente me juzgue por seguir soltera porque si lo
estoy es por elección propia, a mí no me vale casarme, tener niños,
quiero encontrar un compañero con quien compartir la vida, pero
también mantener mi espacio propio. Las dos únicas veces que me
enamoré en mi vida fue de dos personas que no podía ser más
diferentes a todos los demás. Un chico sensible, inteligente, con un
corazón más grande que la tierra y otro terriblemente inteligente,
singular, alguien que no temía ser él mismo.
Y
si no encuentro ese chico seguiré estando soltera y me gustaría que
la gente dejara de juzgarme o mirarme con superioridad sólo porque
prefiero estarlo a no tener el chico de mis sueños.
¿Por
qué sacar este tema hoy?
La
cuestión es que tengo varias amigas increíbles que también están
solteras por elección y hemos tenido muchas conversaciones sobre
parejas y sobre el hecho de que la gente te trata diferente por no
estar en pareja, por no tener la familia feliz como todos los demás.
Y
esta entrada del blog de hoy se la quiero dedicar a ellas porque sé
que a veces es difícil abstraerse de los comentarios de la gente, de
las miradas de extrañeza, de los cotilleos a tus espaldas. También
se la quiero dedicar a quienes son diferentes, singulares.
Honestamente, a estas alturas de mi vida, prefiero mil veces a ese
tipo de personas que no son como todos los demás, me aburren los Ken
y las Barbies, me cansan quienes llevan el uniforme como forma de
vida y, sobre todo, me generan hartazgo los que prejuzgan a los demás
sin darles siquiera la oportunidad de conocerlos.
Yo
nunca juzgo, no me pongo caretas dependiendo de con quién esté y,
sobre todo, creo en la libertad como la máxima expresión del ser
humano. Si no hieres a los demás, si no haces daño a la gente,
puedes hacer con tu vida lo que quieras.
Estar
soltero, casado, divorciado, creer en los marcianos, ser agnóstico,
creer en lo que cada cual quiera creer y actuar cada cual como lo
desee sin dañar a los demás.
Somos
seres humanos, se supone que tenemos inteligencia y, a veces, me
gustaría creer que así es en lugar de ver orangutanes que se
dedican a juzgar a los demás sin darse cuenta que, sí señores,
Ustedes que tanto juzgan también pueden ser juzgados por los demás.
Hasta
el próximo Tejedora e Hilandera de sueños.
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