miércoles, 4 de febrero de 2015

Ángela

Y continúo con la publicación de "Ángela", esta historia me trae muy buenos recuerdos y cada vez que publico un fragmento vuelvo a ser la persona que la escribió, una chiquilla con miles de ideas en la cabeza y un único sueño: ser "Tejedora e hilandera de sueños", cada día me siento más de esa forma. Escribir forma parte de mi propia esencia y me permite ser otra persona, sentir otras cosas y refugiarme en una colección de pensamientos. Siempre digo que, cuando empiezo una novela, tengo muy claro cómo va a desarrollarse la trama y siempre, sin excepción, los personajes me llevan y acaban cambiando mi perspectiva original. No sé si eso es bueno o malo, pero yo siempre he trabajado así, porque para mí cada personaje acaba teniendo entidad propia.

Ángela
A la hora exacta apareció Caleb, igual de guapo que trece años atrás. El cabello negro azabache, los preciosos ojos azules, su perfecta figura, su boca... tantas veces besada.
- Cal... hola.
 ¿Cómo estás?
- ¿Niam? ¿Qué demonios es esto? - Tocó su barriga.- No te habrás...
- Te lo contaré, pero ahora vámonos.
- Tengo una entrevista, cariño.
- Lo sé, es conmigo...
¡Oh, Cal!... no imaginas lo mucho que te he echado de menos...
- No pasa nada, amor mío, estoy aquí contigo.
- Vamonos, por favor.
- Claro, iremos en mi coche.- Caleb agarró a Niam y la ayudó a subirse al coche. No podía creer que estuviera embarazada, no podía soportar la idea de que el estúpido de Ernesto le hubiera dejado algo tan valioso. La miró por el espejo retrovisor y notó cómo una punzada de dolor se le clavaba en el corazón, la seguía echando de menos cuatro años más tarde de su ruptura. Su cabello tigreño estaba más claro que de habitual, sus preciosos ojos más luminosos que nunca y la barriga de embarazada le daba una belleza que Caleb nunca había visto antes. Ni siquiera cuando la conoció, cuando ella era una jovencita inexperta de dieciocho años le pareció tan apetecible como en su estado actual. “¿Te olvidaré algún día, mi amor?”. Se preguntó.
Llegaron a una cafetería y él la ayudó a bajar como siempre, esa escena la habían repetido muchas veces a lo largo de su vida en común. Entraron y todos quedaron fascinados al ver al escritor Caleb Sánchez. Una vez sentados, Caleb colocó su mano sobre la de Niam.
- Me tenías muy preocupado, no me has llamado ni un solo día para decirme dónde estabas y más me preocupas ahora que veo tu estado.
¿De cuánto estás?
- Tres meses, del fin de semana que pasamos en México.
-  ¿Pensabas decírmelo?
- Claro, pero no tuve tiempo, me fui antes de que se me notara demasiado.
 No quería que él me arrebatara a la pequeña Ángela.
- ¿Cómo te encuentras?
- Ahora mejor que nunca, Cal.
Me he librado de él y seré feliz con la niña... además, mira.- Niam le mostró a Caleb el Seabhac.
- ¿Qué es?
- Recuerdas que te hablé de unos sueños en los que aparecía un halcón y me decía que volviera.
- Sí.
- Es el halcón, se llama Seabhac y es el protector de mi familia... soy descendiente de una familia de druidas.
- ¿Bromeas?
- No.
- Increíble.
- Y ahora, por fin, me he divorciado de Ernesto.
- Me alegro por ti, iba siendo hora de que mandaras a ese imbécil a la mierda.
- ¡Siempre te metes con él!
- Claro, es que hay que ser bien tonto para tener a la esposa más maravillosa del mundo y engañarla con una buscona y, por si te habías olvidado, todavía te amo; tras trece años, sigo queriéndote como cuando tenía veinticuatro.
- Tienes novia, Cal.
- Lo sé...
- Lo nuestro fue hermoso, pero... hace ya mucho tiempo.- Sintió de pronto una sensación de nostalgia que la invadía, no creía que lo fuera a olvidar nunca, él era su amor verdadero, su amor eterno.
- Te recuerdo que me dejaste por ese cabrón, te enamoraste de Ernesto y me plantaste.
- Lo siento.
- Y no comprendo eso de que ejerzas el periodismo. ¿Es que no ves tu estado?
Podrías vivir sólo escribiendo. ¿Para qué sacrificarte?
- Es que necesito tener la cabeza ocupadísima, además  debo reencontrarme conmigo misma.
- ¿Vas a volver al periodismo?
- Así empecé.
Era buena periodista. ¿No?
- Sabes bien que para mí eres perfecta en todo lo que hagas.
- ¡Me desesperas! - Exclamó Niam y abrazó fuertemente al otro, a Caleb.- Te echo mucho de menos, mi dulce Cal. Me encanta estar contigo, porque te conozco mejor que nadie y contigo no tengo que poner máscaras.
¿Qué tal Rocío?
- La situación era genial,  hasta que citaste a mi novia. – Caleb se encogió de hombros. - Está muy bien,  preparando la boda y...
- ¿Boda? - Al punto sintió que se asfixiaba, pero la pequeña Ángela se movió en su interior  y se puso pálida, entonces Seabhac brilló con un gran fulgor.
- ¿Estás bien? - Caleb se levantó,  rodeó a Niam, sin querer tocó Seabhac y sintió como un calor recorría su cuerpo.
-  Ángela se ha movido.
- Veo que como tú eres su madre la niña saldrá rebelde también.- Caleb le sonrió.
- ¡Enhorabuena por lo de la boda!
 Por fin vas a sentar la cabeza, ya eres mayor a tus treinta y seis años y...
- Déjalo.
-  Casi será hora de empezar nuestra entrevista, ¿o quieres escaquearte también de mí?
- Sabes bien que nunca huiría de ti.- Acarició suavemente su mano.- Te daré dos exclusivas, ¿de acuerdo?
- ¿Lo harás?
- Sí. Mi boda y la otra... bueno.
- ¿La otra?
- Mi última novela. Dedicada a una impetuosa muchachita, alguien a quien tú conoces. Su título “ Y a pesar del tiempo, te amo”.
- Suena muy bien, pero... ¿qué pensará Rocío cuando sepa que tú única novela de amor me la dedicas a mí?
- No me importa, lo que yo he sentido por ti, no lo sentí por nadie más.
- Gracias, Cal. - Niam miró a su atractivo amigo.- Yo tampoco he sido capaz de olvidarme de ti, aún a pesar de mi matrimonio, creo que estoy demasiado aferrada a ti.  Nadie podrá sustituirte nunca.
- ¿No?- Caleb miró un largo rato a Niam y luego permaneció en absoluto silencio.- Tú escribes sobre historias de amor verdadero, tal vez el nuestro lo fue, lo es todavía.
- Seguramente.- Ella acarició su mejilla.- Pensé que Ernesto lo era todo para mí. ¡Qué ignorante!
Perderte a ti a favor de un mal hombre al que nunca amé.
- Todavía estamos a tiempo.- Caleb se aproximó a Niam y la besó primero lentamente y luego con urgencia. Su alma todavía le pertenecía a la joven que tenía frente a él y al besarla recordó la calidez de su boca, el sabor a fresa de sus besos, la ternura de su mirada y sobre todo que la amaba, “Y a pesar del tiempo, te amo”. Que cierta es esa afirmación, pensó Caleb.
Al sentir la boca de Caleb sobre la suya, muchos recuerdos olvidados volvieron a su cabeza.
 Recordó la primera vez que lo vio.
Ella tenía dieciocho años, él veinticuatro.
Habló con él por primera vez en una charla que dio en la facultad en que ella estaba estudiando periodismo, Niam se quedó prendada de sus ojos azul océano y tras la conferencia, se dirigió a él. Le confesó que su mayor ambición era llegar a ser algún día tan buena escritora como él.  Caleb la miró tiernamente y la invitó a comer.
A partir de ese día se vieron todas las semanas.
El día de su cumpleaños, Niam invitó a su amigo al teatro. Allí descubrió que Caleb era un hombre tímido, y que nunca había estado con ninguna mujer. Porque “Estoy esperando a la perfecta” le dijo entre susurros en el oído, y ella se enamoró perdidamente de él.
Empezó a escribir una historia de amor sobre una chica y su profesor de la Facultad.
Caleb le había dicho que esperaba en amor eterno y no se percataba que para ella, él era el amor eterno.
 Fue su más reconocida novela, la llamó “Recuerdos”.
Un día Caleb fue a su casa, la había invitado  una exposición de pintura. Aunque ella lo ignoraba él la amaba profundamente, pero se creía demasiado viejo para esa alma llena de juventud y buena voluntad. Se sentó sobre su escritorio mientras ella estaba en la coqueta maquillándose para ir a la exposición y le llamo la atención el título “Recuerdos”. Así que sin poder evitarlo comenzó a leer esas páginas escritas por el puño y letra de su amada.
Caleb se dirigió a donde estaba su pupila, la giró. Ella se quedó petrificada con los ojos azules de su amor y vio, por primera vez en sus ojos, el fulgor del amor, de la pasión que sentía por ella.
Él la miró y lentamente la besó, para él fue su primer beso,  ella olvidó todos los demás.

 Empezaron a salir juntos y estuvieron durante ocho años saliendo, hasta que Ernesto se cruzó en su vida y destrozó el amor eterno, que tanto tiempo habían ocultado ambos en su interior.

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