miércoles, 18 de octubre de 2017

Una historia apocalíptica

Lo cierto es que con los últimos acontecimientos que están pasando en nuestro país he sentido la necesidad de escribir una historia apocalíptica. Así que, ahí va, mi versión del fino del mundo o, al menos, del fin de una ciudad.

El Fin
El murmullo del Océano la despertó, a su alrededor lo único que había era la inmensidad del mar, esperando, casi sonriendo porque por fin se había librado de los molestos seres humanos. Sabía que tarde o temprano debería regresar a la ciudad para ver qué había quedado, si es que había quedado algo, tras la explosión que cayó sobre ella. Se había librado de casualidad porque alguien la había llamado para decirle que había visto una perra y unos cachorros abandonados en la playa. Había cogido su vehículo y había ido hacia allí para localizar a los animales y, salvarlos, si era posible. Su profesión de veterinaria la llevaba a rescatar a animales cada poco tiempo, salvarlos de dueños maltratadores, curarlos cuando dueños que se preocupaban por ellos los llevaban a que los atendiera. No podía compararse con un médico, a los que consideraba verdaderos héroes, pero los animales también necesitaban a alguien que los curase y a ella siempre le habían gustado. Abrió los ojos y encontró a la perra y a los cachorros rodeándola, como queriéndola proteger con su calor del cruel mundo exterior. Sabía que pronto debería regresar a la ciudad, comprobar si había sobrevivido alguien al ataque, pero no se sentía con ganas o con fuerzas. Abrazó a la madre y a los cachorros, enterró su nariz en su suave pelaje y los animales correspondieron a su afecto lamiendo sus manos. La idea de ser el único ser vivo era demasiado para procesarla. Había visto el estallido, había oído el ruido, pero por fortuna estaba lejos del lugar dónde había caído la bomba. Temía ir a la ciudad porque toda su familia, sus amigos, los vecinos, la gente que había conocido podían estar muertos. En algún momento debería regresar, hacerse con suministros, debería ir a ver el estado de su clínica, pero por el momento se quedó en silencio. Alimentó a la madre y a los cachorros, después buscó algo comestible y comió. El mundo estaba gris, todo olía a quemado, a destrucción. Por primera vez en su vida se sintió insignificante. Cerró los ojos y se tumbó en la arena, rodeada con lo que podrían ser los únicos seres vivos como ella. La madre y los cachorros la protegían con su calor, sintiendo exactamente el shock que ella tenía. Los animales la comprendían como pocas personas. El agotamiento pudo con ella, cerró los ojos y no los abrió hasta que oyó un murmullo. Abrió los ojos y contempló unas jóvenes llevando consigo un grupo de niños asustados, no tendrían más de quince años y tenían polvo en su ropa, heridas y parecían tan perdidas como ella. Se incorporó y fue hacia su furgoneta para coger algunas de las cosas que llevaba en ella para curar a los animales heridos. Los niños y las adolescentes la miraron sorprendidos, probablemente era la única adulta que había sobrevivido. 
Con atención curó las heridas de algunos de ellos  y después vio a los niños yendo hacia la perra y sus cachorros. Todos ellos los recibieron con alegría, los animales comprendían como nadie al ser humano y se dejaron acariciar, mimar, dando el consuelo que un par de fieles perros podían dar. Las adolescentes fueron hacia ella y se permitieron quebrar mientras los niños jugaban con los cachorros. Había desolación en su mirada, terror y un vacío aterrador. Ella las abrazó, ofreciendo el consuelo que una madre daría, aún no siendo madre. Era la adulta, debía hacerse cargo, proteger a los niños, a las adolescentes y a la familia de perros que habían sobrevivido. 
Al día siguiente iría a la ciudad, vería si alguien más había logrado sobrevivir, haría acopio de comida para sus dos nuevas familias la de cuatro patas y la de dos. Era el último adulto de pie y lucharía con su último aliento para proteger a lo que quedaba de su ciudad.
FIN

¡Uao! Es la primera vez que hago una historia de este tipo, la verdad nunca me ha gustado escribir cosas angustiosas, pero hoy estaba en modo apocalíptico y decidí aprovecharlo. No sé si esta pequeña familia sobrevivirá o si serán los únicos, tal vez algún día escriba la continuación y sepamos que ha sido de ellos.
Nos vemos en el próximo Tejedora e Hilandera de Sueños :)

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